Arte y ocio cultural. El museo en las esferas del consumo

Enfoque

En los años de la segunda posguerra europea, el museo vivió una crisis que cuestionó los cimientos de la propia identidad de la institución. Asociados al pasado, la producción artística había dado la espalda al museo tradicional. Vinculado éste al mundo burgués del XIX, la sociedad de consumo que surgió del auge de los medios de masas a mitad del XX transformará la visión academicista y obsoleta que pesaba sobre él, y relegará al museo al olvido.

En esta época la educación conseguirá su extensión a todas las capas de la sociedad, y la imagen protagonizará un lugar destacado en los medios de comunicación, lo que provocará la aparición del consumo cultural y la “civilización del ocio”, donde los artefactos culturales estarán sujetos al disfrute y recepción como productos comercializables. Al mismo tiempo, el aumento del nivel de vida dará paso a la industria del turismo masivo, que buscará destinos para satisfacer estas necesidades.

Otros lugares ocuparán el espacio cultural, como el teatro, el cine e incluso un interés renovado por la literatura, a la vez que la creación artística vivirá un ambiente de contestación y crisis, que afectará también a la universidad y a las instituciones. Hay un deseo de olvidar el pasado, de crear algo nuevo que rompa con lo anterior.

En este clima, el nuevo concepto de museo que surge, representado por el Pompidou de París, pretende dar cabida a una Cultura con mayúsculas orientada a las olvidadas clases populares.

Otros hechos marcarán en lo que al Arte y la Cultura se refiere, como el traslado del protagonismo del Viejo continente (París especialmente) a los Estados Unidos, a la ciudad de Nueva York; y el fenómeno de las exposiciones temporales concebidas como un espectáculo cultural mediático. La aparición de nuevos formatos de museos, no necesariamente como receptores de piezas únicas significativas, sino como facilitadores de interpretación de los temas más diversos (naturaleza, ciencias, historia, momentos históricos, etc) cubrirá la demanda de los grandes contingentes de turistas que inundan las ciudades. El museo, convertido en un centro cultural multipropósito, facilitará la gentrificación de barrios y zonas deprimidas, como había ocurrido en París con el Pompidou y será el objetivo de exposiciones internacionales.

La consideración del público como partícipe de la obra, que ya había sido anunciada por Pirandello en el teatro, dejará el paso expedito al consumidor de la obra creativa. Esta faceta favorecida por la constante digitalización de los productos culturales también está marcando una nueva etapa en esta evolución del museo del siglo XXI, donde grandes proyectos emblemáticos se desarrollan en busca de una concepción de museo como espacio orientado al espectáculo, en el que las fronteras entre obra y público parecen haberse derrumbado.